lunes, 9 de febrero de 2015

CONVENIOS URBANÍSTICOS, OVEJAS Y URBANIZACIONES


Dicen que las comparaciones son odiosas, yo creo que es verdad, sin embargo, de vez en cuando, me gusta comparar. Al fin y al cabo tengo la sensación de ver la misma cosa desde puntos de vista diferentes y veo como la cabeza se convierte en un nido de grillos y me entretengo en limpiarla. En esta ocasión miro a nuestro Ayuntamiento y comparo la prontitud con que resuelve algunos temas, como machaca otros y como se devana la sesera para ocultar sus vergüenzas. He aquí tres cuentos para San Blas:

Es sabido, o algunos pensamos, que el dinero que se obtiene de los convenios urbanísticos debe guardarse hasta que se cumpla con lo convenido y después debe gastarse en lo que corresponde, que no es pagar deudas ni nóminas. Pues bien, no ha mucho uno de esos convenios se fue al traste, creo que solo en parte, y ha sido necesario reajustarlo. Ha hecho falta un tirón de orejas, lo dio… la persona que podía darlo, rápidamente, quizás no tan rápido, pero se ha solucionado el tema. Diez por el tirón de orejas. ¿Qué será del resto de los convenios?

Es sabido que los establos y cercados, con chamizo o sin él, a medida que han ido creciendo las ciudades o los pueblos, ha sido necesario moverlos fuera por razones sanitarias. Esto parece razonable, lo que a mí no me parece tan razonable es que durante veinte años, más o menos, se haya pedido permiso para hacer una nave, para este fin, fuera del pueblo y se niegue, una y otra vez, hasta hace poco, cuando ya la edad no permite hacer el tema rentable. Facilidades para compensar el traslado no se dieron, pero amenazar con sancionar con mil euros por cada quince días de retraso en sacar de allí los animalitos, eso sí se hizo. Cualquiera que salga hacia El Escorial verá, nada más pasar la subestación de Iberdrola, una nave, si no recuerdo mal, de algún Pleno, está sin permiso del Ayuntamiento, pero ahí está. Está claro que este paisano no sabía que, aquí, solo pagan las sanciones los inocentes, las buenas personas, los que no tienen cara dura.

Es sabido que los que vivimos en urbanizaciones, con más o menos ganas, siempre hemos andado llorándole al Ayuntamiento para que nos recepcione. “Contra el vicio de pedir la virtud de no dar”. Parece que este es un lema grabado a fuego en la mente de todos los alcaldes que han pasado por Valdemorillo desde que se crearon las urbanizaciones. Parece que las cosas empiezan a cambiar. Hace algún tiempo se recepcionó una parte de Ampliación Cerro, para poder devolver una fianza a “señores importantes”, las demás no han tenido esa suerte. En estos días se han recepcionado los viales y zonas verdes de Puentelasierra. Si no estoy mal informado ellos seguirán pagando los gastos de mantenimiento, pero hay que reconocer que ahora están más legales o mejor que antes. Estoy convencido que en Puentelasierra hay linderos que ocupan terreno de uso público y sin embargo el Ayuntamiento no les ha pedido que los terrenos a ceder tienen que estar libres de cargas. No ha habido nadie que señale esos linderos al Ayuntamiento, por lo tanto no los han visto. Yo creo que se han hecho los suecos, con perdón de los suecos. Son las ventajas del poder.

Cuando las cosas se hacen bien terminan bien y he de reconocer que los Presidentes de Puentelasierra lo han hecho mejor que otros. Hay un componente añadido, es solo una sensación, y es que sus relaciones con el Ayuntamiento han sido bastante fluidas. No ocurre lo mismo con Mojadillas, La Pizarrera y los dos Pino Alto que han llevado al Ayuntamiento a los tribunales por este asunto y el del Canal. Como dijo Rafael Nadal en presencia de la Señora Villanueva en los primeros días del Tripartito a este servidor que, por aquel entonces, era Presidente de Mojadillas, va para ocho años: “Si nos ponéis un contencioso lo trataremos como tal”. Ellos se quedaron tan frescos y nosotros seguimos igual o peor.

Me alegro por los vecinos de Puentelasierra y siento que el Ayuntamiento considere que otros se han echado al monte, siento que no reponga la legalidad urbanística en la Calle Flor de los Almendros números 7, 9, 15, 17, 19 y 21, siento que siga sin tutelar las urbanizaciones, siento que se lave las manos, siento que no conteste los recursos de alzada y sobre todo, sobre todo siento que nos tome por tontos. Políticamente hablando, me atrevo a preguntar: Decidme, de verdad,... de verdad... ¿Quién se ha echado al monte?

En unos días nos pedirán el voto y habrá gente nueva y habrá quien traiga promesas imposibles y muchos volveremos a creer en estos o en aquellos y, una vez más, tendremos que tragar con algún pacto maldito que justificarán necesario para gobernar con estabilidad. Y, otra vez, vuelta a empezar.


Pasadlo bien. Andrés 

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