jueves, 23 de abril de 2020

ESTA CONCIENCIA MALDITA



A estas horas, las 19:30, debiéramos estar en el salón de actos de la Biblioteca de Valdemorillo, debiéramos estar oyendo las lecturas de poetas y atrevidos, poesías que reflejan vivencias personales, sentidas, muy sentidas la mar de las veces... Un mal virus nos lo impide. A falta de estar en vuestra compañía, permitidme que os envíe lo que escribí, para esta ocasión. 

Gracias por todo Lorena, esto fue, lo que de sí me dio esta cabeza desatornillada.

                                     

Vaya, a modo de pésame a familiares y amigos,  por todos los que ya no están y, en especial por Álvaro y Luís.


Esta conciencia maldita
me tiene muy enfadado,
ni a sol, ni a sombra me deja.

¿La conciencia o el albedrío?

Acaso ¿No son lo mismo?

Hacer lo que quiero, no puedo,
por aquello del respeto, ese
del que hablaban los abuelos.

Edad, dignidad y gobierno,
ya no quedan, se han perdido.
Cosa es, de políticos y bastardos,
que han hecho un lío.

Si yo fuera Pedro o Pablo,
Otegui o algún Bilduno,
Esteban o algún Torrao,
que han pasado de toreros
a saltimbanquis de feria,
quizás, yo pudiera hacer
lo que a la gana me venga.

¡Ah! Si por el nombre fuera,
ya lo hubiera yo cambiado.
Pero, no es el nombre,
es la conciencia mía,
que en nada se parece
a esta que tiene y luce
esta gente enloquecida.

Eso, hablando de España,
si a Valdemorillo vengo,
al monte me están tirando,
los vecinos de este pueblo.

Seguro ¿Qué Los vecinos? 

¡No! ¡No! Por Dios,
ya no sé lo que me digo.
Los vecinos no, los partidos,
aquellos que han gobernado.

Promesas y más promesas,
todas quedan en la mesa.
Pepe, Marisa y Juan,
todos lo mismo me dan.

Mal lo tiene Don Andres,
pues, ni los suyos aprueban
que sus derechos defienda.

Pues no he de parar,
se pongan como se pongan,
por conciencia y por san diez,
este que viste y calza,
no dejará de dar: La lata,
la murga y lo que haga falta.

Por coraje no ha de ser,
para aguantar, si hace falta,
la sartén de los que mandan
y de la plebe, su ignorancia,
porque me da su revés.

Setenta y seis tengo ya,
mucho ya no me queda,
a los cien, no quiero llegar.
Con la esperanza perdida,
solo puedo soñar, que aparezca,
para poderme marchar.

Cuidaros y pasadlo bien. Andrés


VALDESÍA EN VALDEMORILLO, 23 de abril 2020.

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