POR LOS QUE YA NO ESTÁN
Me gustan las gestas y
los héroes, da lo mismo
de leyenda o de la historia.
En estos días aciagos,
de COVID y de miseria,
un devenir de sueños
se me acerca y me consuela,
anima mi desconcierto,
en este Valdemorillo,
de esta España trastornada.
A mi lado se han parado,
me han hablado de Mio Cid.
En la suavidad de un
susurro,
esta frase me han dejado:
Santa Gadea marcó mi destino.
Es por esto, que hoy,
este atrevido ignorante,
con el alma dolorida,
el corazón hecho cisco,
el pensamiento hecho un lío,
arriesgándose al destierro,
no le queda más remedio,
que juramento pedirle
a su Alcalde, Don Santiago,
para el caso, el Rey del
pueblo,
¿Qué le pasa a NICANOR?
Cómo un loco, está corriendo,
espavientos viene haciendo.
¿Qué le podrá suceder?
A defenderte, yo vengo,
que ya veo estás “pirao”.
No me extraña el desvarío:
OKUPAS, ves en la entrada;
a la espalda, te han “colgao”
un contenedor de barco,
veeerde, que te quiero veeerde,
para alegrar tu ventana.
Y en el centro ¿Qué te han
puesto?
Recibos que no me pasan,
para rellenar el hueco.
Ayer me han dicho,
que están con ello.
¿No me digas qué a los
lados,
Margaritas y Orquídeas
cortadas?
Pues, sí, me hacían falta,
para rematar el cuadro.
¿Qué pasa?
¡Hijo, no te falta de nada!
¿Qué de particular tiene,
que, a punto de hervir,
esa, la tu sesera tire al
monte
y de cabra se te vuelva?
Quisiera ayudarte en algo.
¿Puedo, del juramento,
las palabras escoger?
No han de ser las del
Congreso,
que parecen del revés,
de Caballero han de ser.
De perdidos, al río, vengan
ya.
¿Juráis, mí Señor, que,
en todos estos afanes,
nada tenéis que ver?
Pues claro, NICANOR,
y haberlos de desfacer.
¡Coooño!
Que bien y que
pronto,
le dijo la tonta
al tonto.
¿Para esto, tanto
embrollo?
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