Señor Don Alfredo Pérez
Rubalcaba: Les oigo hablar y presumir, estos días, de que en Andalucía están
repartiendo, en los colegios, una bolsa con la merienda-cena a los niños que,
por desgracia, no tienen garantizada esa tercera comida del día.
Lo pregonan ustedes como si fuera
algo excepcional. A mí me da vergüenza que, en esta España, que hay quien dice
que no se rompe, se pueda presumir que se da de comer a los niños que no tienen
para comer. Sabe usted lo que me viene a la memoria, pues LA LECHE EN POLVO.
Corrían los años 50, a mediados,
yo iba a la Escuela, en Prada, cerca del Barco de Valdeorras, y sabe: Todos los
días nos daban un vaso de leche en polvo. Era Franco el que permitía aquel
reparto, creo que aquella leche, que venía en bidones de doscientos litros (La
imagen que yo recuerdo así me parece) era americana. Ahora hay una diferencia
importante, esa merienda-cena la podemos pagar nosotros, a pesar de los bancos,
sus banqueros sinvergüenzas, algunos políticos que despilfarran lo que no está
escrito y sindicalistas que disfrutan de
cruceros y mariscadas, de los Gurtel, de los ERES, de aeropuertos y AVES que no
valen para nada y que han permitido que se lo lleven a espuertas.
Y ahora habla usted de pactos.
Seguro que habrá gente que le crea, seguro. A mí me va a costar. Claro que yo
de político tengo lo que usted de misionero. Disfrútelo usted con el Señor
Guerra, su hermano y cía.
Claro que hacen falta pactos,
ustedes y la Señora Villanueva hacen que yo no crea en ellos y me hace dudar
sobre el fin último de los mismos y a las pruebas me remito, en Valdemorillo.
Pasadlo bien. Andrés
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