sábado, 1 de junio de 2013

LA PATA DEL PERRO



Permítanme ustedes que le dedique esta historia a Don Mariano Rajoy. Digo historia porque no es un cuento, yo la viví en la finca de Félix Pólux, que en paz descanse, un paisano de Valdemorillo; un paisano al que nunca le agradeceré bastante que nos alquilara su finca, la que linda con el rio Perales, cien metros aguas arriba del puente, en la carretera que va a Navalagamella; nos la alquilaba por lo que daba en patatas.

Ahí va Don Mariano: En esa finca, que disfrutamos como “enanos”, en el mejor y más cálido sentido de la palabra, muchos fines de semana y tres meses de verano, hará unos treinta años, nos encontramos un día al llegar con dos perros negros, preciosos, de pelo corto y brillante, al punto de dejar de ser cachorros, cariñosos, educados,.. Pensamos que alguien los había dejado abandonados, o se le habían perdido, debían tener hambre, se acercaron a nosotros y les dimos algo de comer esperando que alguien volviera a por ellos. No fue así, aquel domingo nos fuimos tarde, pero nadie apareció para recogerlos. Llegada la hora, les dejamos lo que sobró y nos fuimos. Así ocurrió durante varias semanas.

Un día, cuando llegamos solo había un perro. Pensamos que ya aparecería el otro ya que siempre, a los pocos minutos de aparecer nosotros, llegaban corriendo como locos de la finca de al lado, la que cuidaba Julio, ese paisano, también de Valdemorillo, con garrota y cara de pícaro avispado que se pasea por la parte baja del pueblo. Ese día, un buen rato después, apareció el otro perro. Don Mariano, llevaba una pata rota, solo la sujetaba un poco de piel trincada por un buen cepo, un cepo de esos que solo le faltan los dientes para ser de lobo. El pobre animal se acercó como pudo. Le cortamos la piel y parece que sonreía agradecido.

No duraron tres meses más los perros. Supongo que al trampero no le hacía pizca de gracia que se alimentaran de sus conejos. La próxima vez que me encuentre con Julio le preguntaré por esa historia.

A lo que voy. Perdóneme usted Don Mariano si le comparo con el perro de la pata rota y pillada por un cepo. Vaya por delante que, aunque critique algunas cosas, yo estoy con usted. Bien: Usted es el perro, metafóricamente o parabólicamente hablando, el cepo que le tiene pillado le sujeta a la súper-estructura del Estado, la pata rota. Todo el mundo le está pidiendo a gritos que corte esa piel trincada por el cepo y usted no es capaz. No se preocupe Don Mariano, ya se la cortaremos. Esto también vale para Doña Pilar que también tiene una buena rémora y un buen cepo. Si ustedes se han creído que estos “pringaillos” nos vamos a tragar todo lo que nos echen están muy equivocados. Saben cuál es la “putada” y perdón por la expresión, es que cuando eso ocurra todos, sin excepción, lo vamos a pasar muy mal, todavía peor que ahora, todo porque ustedes no han sido capaces de cortar una maldita piel que ya está muerta.

Saben que es lo más triste, que yo seguiré votándoles porque a la vista, en el ámbito en que me muevo, no hay nada que les haga la más mínima sombra. Yo tragaré por esto, pero ustedes hacen muy mal si no cambian el rumbo y empiezan a eliminar todo lo que sea superfluo en la Administración y ustedes saben, mucho mejor que yo, que es lo que está sobrando.

Pasadlo bien. Andrés

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