Por eso de
distraerme de las andanzas del no y no de Don Pedro Sánchez, sus penúltimas aventuras
en Ferraz, un tanto quijotescas, y por huir un poco de las desvergüenzas “urbanísticas,
ayuntamentiles, comunitarias y nacionales” varias, me fui a tomar un par de
chatos al Asturcón con un amigo.
Llevaba la
sana intención de arreglar el mundo, cortar unos cuantos trajes y disfrutar de
la compañía. Apenas habíamos tomado el primer sorbito, cuando vi con cierta
sorna y un tanto de guasa, cómo aparcaban los coches en una fila perfecta, al
otro lado de la calle.
A unos cinco,
diez metros, en el centro de la zona peatonal, ahora con adoquines rojos, un
coche de policía vacío, vigilaba sin inmutarse el perfecto orden con que seguían aparcando, uno detrás de otro,
los coches, al lado de una señal de prohibido aparcar, si hombre, una señal de
esas redondas, con fondo azul oscuro, con un aro rojo y una raya, también roja,
que la cruza un tanto inclinada.
Supongo que aparcaron allí el coche de policía
para que todo el que pasase viera que en Valdemorillo también tenemos coches oficiales.
En un rato hice estas fotos:
ESTA PARA DESPEDIRME
Luís, perdona
la broma y pásalo bien.
Pasadlo bien. Andrés
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