miércoles, 25 de julio de 2012


El pasado domingo 22 de julio tuvimos en Mojadillas la Asamblea General.

       Lo primero que es necesario destacar, y es bastante triste, es la presencia en la mesa del Presidente, solo, sin nadie de la Junta, le acompañaba solamente la nueva administradora cuyo cargo se confirmaría a lo largo de la Asamblea. ¿Dónde estaba el resto de la Junta? Estaban por allí, desperdigados, faltaba alguno. No me digáis que no es triste que haya gente que se apunte a una Junta y luego no sean capaces ni de hablar entre ellos y presenten la dimisión quince días antes de la Asamblea. Estos por lo menos dimiten, los políticos aguantan, será porque cobran.

       Tenemos mala suerte: En el 94, cuando tuvieron a bien, nombrarme Presidente, costó Dios y ayuda poner las cuentas en claro, lo conseguimos a base de trabajar un montón de horas con Félix Hipólito. Félix era un Señor mayor y se jubiló nada más terminar con ese trabajo. Luego vino Javier Rodrigo, nuestro ínclito Interventor Accidental en el Ayuntamiento. Creo que estuvo tres o cuatro meses y de repente desapareció, hizo mutis por el foro. Trabajaba con él Marta González Stepanian que se quedó con el encargo. Al final del verano aparece de nuevo Don Javier arrepentido. No parece sensato desvestir un santo para vestir otro, así pues se quedó la cosa como estaba. ¡Amigo! Al poco, vimos cosas raras y despedimos a Marta para admitir a Jesús Correas (María Antonia Montiel y Asociados). Estuvimos bien unos cuantos años y en estos dos o tres últimos se nos ha montado un tinglado de padre y muy Señor mío. Tanto que la Asamblea nos tiró por la ventana, tal como lo digo. El nuevo Presidente admitió al Señor Merino que le fue propuesto por el resto de la Junta. No le ha durado ni un año, la verdad es que era un maula. Finalmente estamos con Ana Belén Rodrigo que, de momento, inspira confianza y que en dos meses ha tenido que reorganizar eso que llaman contabilidad.

       Con todo esto, es peor suerte la sinrazón de algunos vecinos. Como se puede convencer a alguien que compra una parcela con su escritura correspondiente y sus metros claritos de que los defectos que tenga su cerramiento, colocado fuera de lugar e invadiendo un aparcamiento público, es de su responsabilidad ponerlo en su sitio. En este caso hay dos, los otros cuatro pusieron mal los cerramientos hace un montón de años, cuando la urbanizadora, de acuerdo con ellos, puso la valla ocupando el aparcamiento público. No les valen las siete sentencias que hay, no les valen la carta que escribieron a la Asamblea pidiendo que les vendiéramos ese terreno para así ponerlo en su escritura, no les vale que el Ayuntamiento en su benevolencia les abra expediente urbanístico y les aplique una sanción por ocupación de terreno de uso público, mucho menor que la que les correspondería por construir una obra menor en terreno público, no les vale que el Ayuntamiento no les cobre la sanción y se haga el “sueco”. Lo que les vale es que se queden las cosas como están y no se les diga nada ni se les moleste. Ellos si pueden molestar, porque aparcar en ese lado de la calle si incomoda a la circulación y a los vecinos de enfrente cuando entran o salen de sus casas. Ellos  tenían que estar aparcados en el aparcamiento que se han anexionado, ellos y cualquiera que quisiera hacerlo.
El Ayuntamiento, ni mus, no solo eso, nos mete a la urbanización en una pelea entre vecinos tan grande que estarán contentos los que aplican aquello de “divide y vencerás”.

        Según estos Señores la culpa del disgusto que tienen es mía. Mía porque hice caso, como Presidente, a la carta del Concejal de Urbanismo en la que nos envía un informe del Arquitecto Técnico Municipal diciendo que es obligación de la Urbanización hacer que los cerramientos estén en su sitio. Ya ve Doña Pilar lo bueno de su gestión, fíjese si es buena que usted la hace y yo la pago. He pedido que conste en acta lo que les manifesté a estos vecinos en la Asamblea del domingo: “No os preocupéis, no os van a quitar la vallas, porque vosotros tenéis el criterio que tenéis y los del Ayuntamiento son unos negados y en este asunto no saben hacer la O con un canuto, son unos cobardes y están prevaricando desde el 5 de Septiembre de 1998, ustedes se quedarán con las vallas, pero alguno del Ayuntamiento es posible que pierda su puesto de trabajo”.

        Ya se que lo de la prevaricación es fuerte y es el Juez el que lo tiene que decir, pero es mi opinión y ya veremos lo que da de sí esta historia. Les aseguro que el domingo, viendo a Cristian la impotencia y la rabia contenida que a duras penas sujetaba, pidiendo vivir en paz con su familia y su hija, que ya se ha caído en la entrada porque el Ayuntamiento no le da licencia de obra para arreglarlo, estuve a punto de renunciar a todo. No lo haré, lo siento Cristian, nadie tiene la culpa de que a ti y a Antonio os hayan engañado y ahora queráis que paguemos todos los demás el pato.

     Pasadlo bien. Andrés

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