PREGÓN.
Yo
comprendo que hay que agradecer que te inviten a dar el Pregón, pero… amigo
Carlos Vargas, perdona por la confianza, pero te pasaste un “pelín”. Te
agradezco las canciones, me gustó más la primera que la segunda, pero te
agradezco las dos, creo en la intención que pusiste en ellas y eso vale un
montón.
En lo
demás, hablaste de Valdemorillo y de su gente, que es lo que hay que hacer.
Todos sabemos que en estos casos no todo lo que se dice es verdad, pero estuvo
bien. Mi aplauso.
MISA DE SAN BLÁS.
La
vida, mis creencias o mi acomodo particular han conseguido que vaya a Misa en
ocasiones contadas y esta de San Blas es una de ellas. Será porque no ha
coincido, pero es la primera vez que veo aplaudir a un sacerdote nada más
entrar por la puerta camino de la sacristía. Aplaudieron a Don Pablo, al que ha
estado con Don Ricardo y que han enviado hace poco a Navacerrada. La verdad es
que se lo merecía, esperemos que lo siga mereciendo donde quiera que vaya. Tuve
una sensación agradable.
Disfruté
de la Misa que dirigió Don Pablo, el nuevo párroco, y me llamó la atención su
estilo, llano, directo, claro, diferente. Tendré que ir más a menudo.
Después,
visita al museo taurino y “piscolabis” con sangría en la Plaza de Toros de La
Candelaria. Yo creo que había menos gente que otras veces, se notaba que era
lunes y más de uno tendría que ir al trabajo. Discreta la cosa, pero bien, me
encantó la sangría. Gracias.
HOMENAJE A LA TERCERA EDAD.
Es la
primera vez que asisto a este homenaje. No conocía a mucha gente y nos sentamos
con cinco Señoras del Pueblo, bueno, alguna no era del Pueblo pero llevaba
viviendo aquí más de cuarenta años o cerca. La cena no era una cena al uso: Un
caldito, muy bueno, unos entremeses variados su tortilla y su empanada, frutos
secos, vino, agua, coca-cola, limón y naranja y, para rematar un trocito de
tarta de Santiago, que me fue imposible perdonar, a pesar del azúcar. Una
merienda-cena más que suficiente y que es de agradecer. Si se añade una buena
compañía, discursos cortitos y una canción de nuestra Luciana, que más se puede
pedir.
Luego
concurso de bailes: paso doble, vals, bolero, salsa, rumba. Luego baile para
todos. Hacía algún tiempo que Isabel y yo no bailábamos, lo hicimos hasta el
descanso en el que repartieron los premios y yo me fui pensando en las agujetas
que tendría al día siguiente.
Mirando
a los bailarines desde mi silla, me pasaban cosas por la cabeza, veía aquellos
cuerpos moldeados por los años, algunos más alegres que otros e intentaba
adivinar que estarían pensando, quizás, como yo, pensaran en otros tiempos y en
otros cuerpos más ligeros, con más gracia o más salero o en aquel baile perdido…
Lo pasamos muy bien.
Gracias
a todos los que hicieron posible que pasáramos una buena velada. Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario